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A veces, las verdaderas pruebas de liderazgo no llegan en los momentos de calma, sino cuando todo parece derrumbarse. Cuando las pantallas se apagan, los sistemas dejan de responder y el teléfono no deja de sonar. En esos minutos de incertidumbre, lo que diferencia a un buen líder de un gran líder no es su conocimiento técnico, sino su capacidad para mantener la claridad, priorizar y liderar con propósito.
Recuerdo una ocasión, hace algunos años, en la que una pérdida de sistemas masiva afectó a los entornos productivos de la compañía. En cuestión de minutos, los dashboards y tableros que tanto vigilábamos se tiñeron de rojo. No importaban ya los SLA, los proyectos en curso ni los roadmaps del trimestre. Todo se redujo a una sola pregunta:
¿Estamos preparados para recuperarnos?
En este episodio vamos a hablar del plan de recuperación de desastres, de cómo liderar la recuperación tecnológica sin perder el rumbo y cómo se puede convertir el caos en oportunidad.
Muy buenas. Bienvenidos a «Secretos de un CIO productivo», un espacio donde transformar desafíos tecnológicos en estrategias para liderar con éxito. Soy Antonio Mejías y en cada episodio te compartiré herramientas, tácticas y experiencias para optimizar la productividad y la gestión en entornos tecnológicos. Así que, ponte cómodo que empezamos.
Cómo liderar la recuperación tecnológica sin perder el rumbo
Pues como iba comentando, la recuperación de desastres no trata solo de copias de seguridad o planes de contingencia, sino de una visión integral sobre cómo garantizar la continuidad del negocio cuando todo falla. En mi experiencia, muchos líderes todavía asocian la recuperación de desastres a un ejercicio técnico, algo que se delega al departamento de sistemas o a los proveedores cloud. Pero eso es quedarse en la superficie.
Un plan de recuperación de desastres o Disaster Recovery Plan (DRP) es, en realidad, una estrategia empresarial. No se limita a restaurar datos o servidores: busca restaurar la confianza, la operatividad y, en última instancia, la reputación de la empresa. La resiliencia digital —esa capacidad de anticipar, resistir y recuperarse ante incidentes— se ha convertido en un pilar esencial del liderazgo tecnológico moderno.
Ten en cuenta que vivimos en un entorno donde los riesgos no solo vienen de fallos técnicos: también de ciberataques, interrupciones en la cadena de suministro, errores humanos o incluso desastres naturales.
Y es ahí donde el liderazgo marca la diferencia: no se trata de evitar el fallo, sino de estar preparado para responder con eficacia, sin perder el rumbo estratégico.
Recuperación de desastres
Cuando hablamos de recuperación de desastres, lo primero que viene a la mente son tres objetivos claros: minimizar los tiempos de inactividad, proteger la información crítica y mantener el cumplimiento normativo.
Cada uno de ellos es esencial para sostener la confianza de los clientes, los empleados y los socios del negocio.
En una de las compañías en las que trabajé hace muchos años, un corte de suministro eléctrico en el centro de datos principal paralizó varios servicios clave. Teníamos backups, sí. Pero lo que realmente marcó la diferencia no fue la tecnología, sino el liderazgo durante la crisis: la rapidez con la que el equipo se organizó, cómo se comunicaron las prioridades y cómo se gestionó la incertidumbre con transparencia. Ese día entendí que un buen plan de recuperación no solo restaura sistemas; restaura la calma y la confianza.
A lo largo de los años he visto cómo ciertos mitos siguen limitando la preparación de muchas organizaciones:
Solo las grandes empresas necesitan un plan de recuperación de desastres.
Nada más lejos de la realidad. He colaborado con startups que, por no tener un plan claro, tardaron semanas en recuperarse de un fallo menor. La buena noticia es que hoy existen soluciones escalables, desde servicios gestionados hasta infraestructura en la nube, que permiten a cualquier empresa diseñar un plan adaptado a su tamaño.
«Una copia de seguridad es suficiente.»
Las copias de seguridad son necesarias, pero no suficientes. Un backup sin validación ni pruebas periódicas es como un paracaídas sin revisar. En una ocasión, una organización confió ciegamente en sus copias y, al intentar restaurarlas, descubrió que estaban incompletas y otras, más antiguas, dañadas. Por eso, un DRP no se basa en tener copias, sino en saber que funcionan cuando más las necesitas.
«El plan de recuperación es solo responsabilidad de TI.»
Este es uno de los errores más frecuentes. La recuperación ante desastres es transversal. Involucra a comunicación, recursos humanos, dirección, legal, operaciones… porque todos tienen un papel en la continuidad. He aprendido que los equipos mejor preparados son aquellos donde la cultura de resiliencia se entrena en toda la organización, no solo en el área técnica.
«Los planes de recuperación son demasiado costosos.»
La verdadera pregunta no es cuánto cuesta tenerlo, sino cuánto costará no tenerlo. Los impactos de una crisis —desde la pérdida de datos hasta el daño reputacional— pueden multiplicar por diez la inversión en prevención. Y con la automatización, la nube y la inteligencia artificial, hoy es posible diseñar planes ágiles, eficientes y rentables.
Impacto y relevancia de los planes de recuperación
Adoptar una estrategia de recuperación de desastres y continuidad del negocio tiene un impacto directo en la productividad, la innovación y la confianza corporativa. Una organización resiliente no es la que nunca falla, sino la que se recupera antes que los demás. Esa velocidad de recuperación —lo que se conoce como Recovery Time Objective o RTO— se ha convertido en una métrica estratégica que muchas juntas directivas ya incluyen en su cuadro de mando.
Además, el contexto regulatorio refuerza su importancia. Normativas como ISO 22301, GDPR o el Esquema Nacional de Seguridad exigen evidencias de continuidad.
Por tanto, el liderazgo tecnológico no solo gestiona riesgos, también garantiza cumplimiento y reputación.
Y mirando hacia el futuro, la automatización inteligente y la IA predictiva están cambiando las reglas del juego: permiten detectar patrones de fallo antes de que ocurran y ejecutar respuestas automáticas que antes dependían de la intervención humana. Pero incluso con IA, la clave sigue siendo humana: liderazgo, comunicación y toma de decisiones bajo presión.
Ventajas y desafíos de la recuperación tecnológica
Adoptar una estrategia sólida de recuperación de desastres ofrece beneficios claros: mejora la resiliencia digital, minimiza el impacto económico y fortalece la cultura de colaboración. Cuando un equipo sabe que está preparado, su nivel de confianza y autonomía aumenta, y eso se traduce en una mejor ejecución del día a día.
Sin embargo, no todo es sencillo. El mayor desafío que he encontrado en muchos proyectos no es técnico, sino cultural. La resistencia al cambio, la falta de priorización o la visión de que «nunca nos va a pasar» suelen retrasar las decisiones clave. Por eso, el papel del CIO o del líder IT es doble: convencer y preparar. Convencer a la dirección de invertir en resiliencia, y preparar a los equipos para actuar con calma cuando el caos aparece.
También hay errores comunes que debemos evitar: no probar el plan con regularidad, depender de una sola copia de respaldo o no definir roles claros durante la crisis. Un simulacro bien ejecutado vale más que mil manuales. Y cuando llega el día real, la práctica se convierte en la mejor defensa contra el pánico.
Hoja de ruta
Si tuviera que resumir mi enfoque en una hoja de ruta para implementar un plan de recuperación de desastres eficaz, lo haría así:
- Primero, analiza los riesgos y vulnerabilidades reales de tu organización: No se trata de imaginar todos los escenarios posibles, sino de identificar los que realmente pueden detener el negocio.
- Después, documenta procedimientos claros y accesibles: Un buen plan debe poder ejecutarse incluso sin sus autores presentes. Define qué hacer, quién lo hace y cómo se comunica. Y sobre todo, pruébalo. Los simulacros no son una pérdida de tiempo: son un entrenamiento para la resiliencia.
- Tercero, aprovecha la nube y los servicios gestionados: Hoy, las soluciones cloud ofrecen niveles de redundancia y seguridad que hace una década eran impensables para muchas organizaciones. Implementar respaldo y recuperación en la nube puede marcar la diferencia entre un incidente y una crisis prolongada.
- Cuarto, invierte en formación y cultura: Porque la tecnología puede recuperarse, pero la confianza del equipo solo se mantiene si sienten que saben cómo actuar. Formar a las personas es la base de cualquier estrategia de continuidad.
- Y finalmente, revisa y actualiza constantemente: El mundo cambia, las amenazas evolucionan, y tu plan debe hacerlo también. He visto planes excelentes volverse obsoletos simplemente porque nadie los revisó tras una migración de infraestructura. Haz del DRP un documento vivo, que crece con la organización.
Y hasta aquí el episodio de hoy.
Si algo quiero que recuerdes es que la recuperación de desastres no es una tarea técnica, sino un acto de liderazgo.
Cuando todo falla, lo que mantiene a flote a una organización no son los sistemas, sino las personas que saben qué hacer, cómo hacerlo y por qué importa.
La resiliencia digital es, en el fondo, un reflejo de la madurez de una organización.
No se trata de evitar las crisis, sino de usarlas para fortalecerse. Y como líderes tecnológicos, nuestra responsabilidad no es solo reaccionar, sino preparar a nuestros equipos y empresas para navegar con calma en medio del caos.
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